Sucedió que allá por el año 1988, prácticamente cuando se empieza a consolidar lo que sería la "Semana Santa en Miniatura de Eloy Optico", que Eloy desarrolló un proyecto, que después se reflejaría en la ciudad de verdad aunque en un lugar diferente.
En aquel año la Comisaría Central de la Policía Nacional de Málaga se encontraba ubicada en el Palacio de la Aduana. Como quiera que sea que "La Ciudad en Miniatura" comenzaba a crecer desde la Catedral y su entorno hacia la zona del parque y de la Malagueta, el emblemático edificio de la que fuese Aduana de la ciudad quedaba dentro de la zona a representar y claro está, el amigo Rolan puso su arte en la creación del Magno Edificio, el cual contaría con el "invento" de Eloy.
Por aquella época, también, en Málaga empezabamos a familiarizarnos con un sonido distinto en el devenir de nuestro día a día, me refiero, al sonido del helicóptero de la Policía Nacional, que cada vez que pasaba por encima de nuestras cabezas nos hacía dirigir la vista hacia arriba para seguir durante un momento su trayectoria.
Pues a Eloy se le ocurrió colocar sobre la Aduana un helipuerto para "facilitar" al aparato las tareas de despegue y aterrizaje en su sede princpal, como en años posteriores se vería en la que hoy en nuestra Comisaría central.
Pues dicho y hecho, Rolan y sus ayudantes se pusieron manos a la obra con el helipuerto el cual se culminaría, como es natural con un helicóptero idéntico al de verdad con el movimiento de los rotores de las aspas. Pero como aquello quedaba un poco soso al juicio de todos, a Eloy se le ourrió que si aquello tenía sonido, y el sonido era el del helicóptero de verdad, la cosa sería, en palabras del propio Eloy: - "Pa mear y no echar gota". Asi que envió a dos de sus muchachos (Pedro Milán y Pedro Galacho), para ver si les permitirían grabar en directo el sonido del aparato en cuestión, que por entonces y a falta de un sitio mejor aterrizaba en el Aeropuerto de Málaga.
Ninguno de los dos podía imaginar lo que les iba a suceder.
Despues de llegar al sitio y de identificarse, además de proponer el asunto de la grabación, el piloto y el policía que solían ir en el aparato les propusieron que para grabar el sonido del rotor con más veracidad, lo mejor sería que lo grabasen dentro del aparato y en vuelo.
Así, aquellos dos "valientes" ,se dieron un garbeo por los cielos de Málaga al tiempo que grababan el "ruidito" de la aeronave.
Pero hay veces que las cosas que uno planea no salen como uno quisiera, y aquella fue una de esas ocasiones. Resultó que cuando le pusieron a Eloy la grabación, lo único que se oía era un silencio absoluto. ¿Qué había fallado?, ¿Se habían olvidado de darle al botoncito del "REC", de la garbadora cuando se subieron en el aparato?, o con la emoción del vuelo, ¿le habían dado a otro botoncito? Lo primero que pensaron es que la grabadora se había roto o las pilas se habían gastado. Porobaron con otra cinta y..., no, el chisme grababa maravillosamente. Entonces intentaron gabar algo en la cinta que habían utilizado en el helicóptero, y otra vez se grabó el silencio. Era evidente que aquella cinta tenía un defecto, tan gordo que había arruinado la expedición. Eso sí, los dos "grabadores" frustrados se habían dado un paseito la mar de "apañao" en el helicóptero de la Policía.
Eloy primero mandó analizar la maldita cinta para averiguar el por qué de "su incompetencia" y volvió a mandar a gabar el sonido.
El problema de la cinta era que la capa principal que debía llevar de oxido de hierro, que es donde se fijaba el sonido, no se la habían dado en la fabrica. Este defecto, según le contaron a Eloy ocurría en una de cada cien mil cintas fabricadas. "-Eso, y me ha tenido que tocar a mi" - dijo).
Nuestros dos amigos volvieron para grabar otra vez el sonido del rotor, la policía les dejó hacerlo, pero esta vez no hubo paseo.
En la maqueta, el sonido del helicóptero se producía del mismo modo que el de las campanadas de la Catedral. Un radiocasette de coche reproducía la cinta cuyo sonido salía por un altavoz situado bajo el helicóptero en la plataforma del helipuerto un rotor hacá gira el aspa principal y un pequeño ventilador mandaba por un tubo el aire suficiente para que el rotor de cola funcionase. Todo estaba sujeto a una frecuencia, es decir, el helicóptero sonaba a intervalos (no recuerdo la frecuencia), coordinado con el movimiento. Cuando se movía sonaba y cuando no se movía, evidentemente, no sonaba.
El helicóptero estuvo funcionando durante las exposiciones desde el año 1988 hasta 1995.
Tras las vicisitudes acaecidas a todas las piezas de las miniaturas desde que dejaron de exponerse; las piezas correspondientes al motor de las aspas, el ventilador, el radiocasette de coche, la cinta con la grabación e incluso la plataforma del helipuerto con las luces parpadeantes de la misma, han desaparecido. El edificio de la Aduana está en muy mal estado, aunque resistirá y del helicóptero solo se encuentran algunas piezas sueltas. Con el tiempo, y si me lo permiten, conseguiré ponerlo todo como antes.